miércoles, 6 de julio de 2011

Nueva York (Profesor ... )

Tras unos días de descanso merecido después de haber completado las esperpénticas peticiones del doctor Boskovich relacionadas con la transfiguración de un hongo alucinógeno he recibido una carta de Jackson.

El bueno de Jackson Elias ha vuelto a dar señales de vida y nos pide que vayamos a Nueva York a reunirnos con él. El telegrama que me manda es poco más que críptico pero intrigado por tanto misterio convoco a ATILA, TILK y KBTI y nos dirigimos a Nueva York. Herr professor nos acompaña para encontrar más "jarranes" que añadir a su colección.

Llegamos a Nueva York y nos dirigimos, tras registrarnos en el Waldorf Astoria, a hablar con el editor de Jackson, un tal Jonas Kensington. Éste nos comenta que Jackson ha venido trabajando en libros relacionados con cultos del terror los últimos años que no daban ni para pipas, pero que esta vez, y para ganar dinero de verdad había decidido pasarse al mundo de la prensa rosa y había rastreado las vacaciones del excéntrico, a la vez que rico, Roger Carlyle.

Sin saber mucho de lo que se trataba y puesto que teníamos un par de días libres hasta nuestra cita con Jackson, decidimos ilustrarnos en los mundos de la prensa rosa de Nueva York. Raudos fuimos a la biblioteca municipal a empapar nuestras mentes en la literatura más profunda de publicaciones estilo Hola, Qué me dices, Lecturas y demás.

En dicho arrebato rosa nos quedó claro que el joven ricachón Carlyle, después de haberse trajinado a toda rica heredera de buen ver de la urbe y alrededores de Nueva York decidió continuar de parranda por Londres, Cairo y finalmente Kenia. La depravación de Carlyle no parecía tener límites: primero con jovencitas neoyorquinas de moral intachable, luego con jóvenes damas londinenses, para más tarde trincaras moras y negras. Vaya fiesta que ha debido tener!

El equipo de fiesta estaba compuesto por el mismo Carlyle, su fiel testaferro Jack Brady con el maletín lleno de billetes para pagar los servicios de compañía, un médico llamado Robert Huston para controlar las posibles enfermedades de transmisión sexual y una fotógrafa llamada Hypatia Master para inmortalizar toda la fiesta. Como coartada iba un tal Penhew, famoso arqueólogo y antropólogo.

Por lo que parece, fueron de fiesta en fiesta hasta llegar a Kenia, momento en el que desaparecieron y fueron dados por muertos. Algo raro debía haberles sucedido: o se quedaron sin dinero para pagar mujeres, o pillaron algún bicho raro estilo sífilis galopante o tal vez se trajinó a la hija de algún jefe tribal y éste, deshonrado y humillado, decidió rebanarles el miembro centímetro a centímetro. Fuere lo que fuere, los dieron por muertos. Después desate acontecimiento fue su hermana, la bella, implacable y fría como el hielo Erika Carlyle a buscarle y traerle de las orejas de vuelta a las responsabilidades empresariales familiares pero sin éxito. Se les dio por desaparecidos y muertos.

Eso fue hasta que el bueno de Jackson se metió por medio. Como buen rastreador de historias de no dormir, le siguió por medio mundo las pistas, los rastros, los condones usados y los niños bastardos dejados atrás. Por lo que descubrió, puede ser que Carlyle cubriera su rastro y se escondiera del mundo (o de su hermana) y se quedara trajinándose a toda la tribu de los Nandi. Esta era la teoría de Jackson. Por lo que decía, Carlyle seguía vivo.

Llegado el día, fuimos a ver a Jackson a su hotelucho y vaya nuestra sorpresa cuando le encontramos destripado encima de la cama y unos negratas con unos sombreros con forma de lengua bastante pasados de moda y unos cuchillos de 50cm intemporales. Tras una refriega en la que se volvió a demostrar que la letra es más fuerte que la espada (la edición dominical del WSJ enrollada cual canuto da unas leches de aúpa el erandio)

Una vez en comisaría, tras firmar la declaración de los hechos acontecidos, nos enteramos que los asesinos negros del gorro con forma de lengua y cuchillos largos no era la primera vez que cometían una tropelía.

Volviendo a la biblioteca encontramos el símbolo que habían tatuado al bueno, y que en paz descanse, de Jackson. En un libro de bandas nos enteramos que éstos procedían de Kenia,  donde se había "perdido" Carlyle. Las pistas eran claras, Jackson había descubierto a Carlyle.

Ahora nos tocaba a nosotros descubrir lo que había descubierto Jackson para volver a descubrir a Carlyle. Parece un trabalenguas pero es muy sencillo. Uno no se puede ir de putas y desaparecer... sobre todo si son buenas!

Tras un primer shock por la muerte de Jackson decidimos concentrar todo nuestro intelecto (el del profesor y el mío propio claro está) en descubrir todas las pistas posibles. Fuimos otra vez a hablar con Jonas Kensington para averiguar si tenia algo más de información, cosa que así era. Jonas Kensington nos pasó alguna carta que le había enviado Jackson en la que ya daba muestras de locura hablando de criaturas que la mente no puede concebir y cosas así. Cómo tenían que ser las putas de Carlyle para que una mente como la de Jackson desbarrara tanto. También hablaba de un dossier de todas las putas, o algo así, que se encontraba en la caja fuerte de su mansión. Este hecho nos puso tras la pista de la mística "chorvagenda". Esta claro que existe! Y no como esas otras fuentes que hablan del "Necronomicón" o de los "Manuscritos Pnakóticos".

Jackson también parecía que había estado o se había puesto en contacto con un almacén de importación de elementos africanos. Nos dirigimos allí y tras una breve charla nos encaminaron a una tienda de vudú llamada la "Tienda del JuJu". Tras unos momentos de indecisión nos plantamos en el barrio, pleno Harlem, a las 8 de la tarde un sábado. Vamos, calles desiertas, todo negros y la policía brillando por su ausencia. Puesto que el caballonde Espartero era, en comparación con nosotros, un jodido mariquilla, decidimos entrar por la parte de atrás a investigar que podía haber en aquella tienda. ATILA lo dijo, lo mejor es cuando no hay nadie. KBTI secundó la moción y al profesor y un servidor no nos quedó más remedio que entrar, no sea que hubiera jarrones y estos mendrugos los rompieran.

El antro estaba mal ventilado y tras husmear un poco nos percatamos que tenía una trampilla escondida debajo de una alfombra tras el mostrador. Allá que nos metimos y dimos a parar a un pasadizo que descendía unos buenos metros y se abría en una estancia grande adornada con un montón de bongos en lo que parecía una disco africana para realizar ritos tribales, orgías y demás.

En medio de la estancia había una tapa de alcantarilla tamaño extra grande y antes de que pudiéramos abrirla, salieron de otra sala contigua unos chi retos drogatas acabados que nos intentaron atizar. Al pobre profesor le mordieron la rabadilla y le golpearon hasta dejarle inconsciente, pero los demás repelimos valientemente el ataque. Yo armado con una palanqueta, ATILA con su escopeta dando culatazos y KBTI con un bongo. Tenía maña este anarka con el bongo. Cómo se nota que ha tenido que pedir pa comer en la calle...

Los atacantes resultaron estar medio podridos, por algún hongo combinado con un coctel de drogas africanas. Incluso parecía que no les dolían los golpes que les propinábamos.

Tras limpiar el antro lo registramos y encontramos el guardarropa del cacique, bueno, del Travolta del clan ya que se vestía con una capa de plumas de avestruz, tenía una máscara horrible y unos guantes de garras de tigre. También encontramos un cuenco de cobre, una cinta metálica para la cabeza y un libro con las anotaciones del cacique. Con estos expolios (qué bien enseñados estamos los del Smithsonian) nos retiramos a nuestro hotel.

Antes de salir intentamos ver qué había debajo de la tapa de alcantarilla pero al ir a abrirla, lo que había debajo empezó a chillar. Se debería de tratar de algún tipo de animal del género porcino por los chillidos que daba. Por intentar no despertar a todo el vecindario, nos fuimos con lo puesto (y lo apandado)

Allí en el hotel me dio por probarme el vestuario completo y algún liquen u hongo que había en la máscara me debió hacer ver visiones. Tuve una serie de delirios de lo más graciosos que en otro momento comentaré porque son propios de una persona muy loca y yo no me considero todavía así.

Tanto el profesor como yo revisamos los demás objetos y llegamos a unas conclusiones un tanto peculiares: el cuenco de cobre no era de cobre y era de un material desconocido e inexistente en la tierra indestructible para más señas (vamos, que el profesor la ha vuelto a liar con los reactivos y ha hecho las pruebas del revés), la cinta metálica es de una banda llamada "Los ángeles descarnados de la noche" y que si te la pones, cuando les ves no te apalizan y el libro es el diario del negrata jefe en el que explica cómo se colocan con drogaína y ven visiones de seres exteriores, de otro tiempo y espacio... claro, drogaína a tope!

Otra pista que investigamos fueron las otras muertes relacionadas con los negratas de la lengua sangrienta. La verdad es que la gente es muy desconsiderada. Una viuda nos amenazó con llamar a la policía cuando el profesor intentó ahondar un poco en los sentimientos de pérdida que había sufrido dicha señora (conflicto de pene, como diría el gran Freud). Otra víctima resultó ser una periodista freelance del Pillar/riposte de Nueva York. Hablamos con su editor pero poco sacamos en claro. Las orgías de Carlyle en Nueva York serían siendo un misterio.

Investigando al grupo de fiesta de Carlyle conocimos que todos eran unos piezas: la fotógrafa se había quedado embarazada de un radical anarquista cristiano (la anarquía y la religión después de todo no parecen incompatibles... o el chico era un analfabeto integral) y había abortado, el psiquiatra la había liado con una paciente joven y esta se había suicidado por las perversiones que le había obligado a realizar, e incluso el joven señorito Carlyle se había relacionado con una negra africana delante de toda la alta sociedad neoyorquina... qué escándalos!!!

La pista que más nos interesaba era encontrar la chorvagenda de Carlyle. Para ello, por un lado, pedimos una cita a los abogados de la familia, y por otro, nos enteramos que Erika Carlyle iba a dar una fiesta e intentamos arreglárnoslas para colarnos (cosa que no resultó muy complejo ya que el bueno de TILK tenía unas dotes físicas que hacía que todas las negritas cayeran rendidas a sus pies) en dicha fiesta. TILK fue contratado como segurata y ATILA como transportista de material para la fiesta.

Una noche, pernoctando en el Waldorf-Astoria, los negratas-africanos entraron en mi suite y me dejaron un pranga (cuchillaco de 50cm) clavado en la almohada con una nota que exigía la devolución de todo lo robado. Si el Smithsonian tuviera que devolver lo robado se quedaría más vacío que las arcas de tesoro de Grecia. Además no aclaraban qué elementos requerían por lo que intentar que el servicio de clasificación del Smithsonian nos devolviera algo sin saber exactamente su código de clasificación iba a ser misión imposible.

Sin menospreciar el peligro que representaban los negritos, decidimos concentrarnos en la fiesta y en la reunión con los abogados. Como de refilón nos hicimos con unos compuestos químicos sencillos para que el profesor recordara su principal ocupación en la gran guerra y fabricara un poco de cloro molecular para asfixiar a esos negratas y así dejaran de contaminar el barrio con sus drogas y ritos incomprensibles.

La reunión con los abogados fue sencillamente genial. Mis grandes dotes de persuasión, a la par que mi porte esplendoroso hicieron que el abogado de la familia confiara en mi buen juicio y se comprometiera a ponernos en contacto con Erika Carlyle a la mayor brevedad para presentador las evidencias de que su hermano seguía vivo y chingando en algún paraje del África negra.

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